Terapia Gestalt

La terapia individual, el espacio terapéutico donde empieza el autocuidado.

La Gestalt es un modelo psicoterapéutico encuadrado en la Psicología Humanista, nacido a mediados del siglo XX, tras la Segunda Guerra Mundial, de la mano del Doctor en Psiquiatría Fritz Perls.

La palabra “Gestalt” proviene del idioma alemán; su traducción aproximada sería “forma” o “configuración”, y eso nos lleva al campo de las percepciones humanas. Según Perls, la base de los conflictos está en la incapacidad de las personas para integrar las diferentes partes de su personalidad en un todo armonioso. Así, se crea una “forma” incompleta, lo que llamamos una “Gestalt inconclusa”: emociones que quedan estancadas, patrones dañinos que se repiten una y otra vez, y que impiden que la persona pueda desarrollarse y alcanzar el bienestar y la paz interna.

La Gestalt, por tanto, se centra en ir “cerrando” temas no resueltos, transformando nuestros patrones dañinos aprendidos y encontrando nuevas formas de relacionarnos que nos permitan conectar con nuestra verdadera esencia, desde la libertad y el auto-cuidado.

La Gestalt está compuesta por tres principios básicos:

  • La Responsabilidad
  • El Aquí y Ahora
  • El darse cuenta

Para que una persona pueda satisfacer una necesidad, deberá ser capaz de darse cuenta y sentir su necesidad, en el aquí y ahora y tomar la responsabilidad interna de ponerse en acción, ante una unión responsable entre si mismo y el entorno.

Al ser una terapia holística, lo que significa la integración de las partes en un todo, trabaja para restablecer los cuatro planos de nuestra existencia:

El plano emocional

La terapia Gestalt es una de las terapias que más trabaja el complejo mundo emocional. Desde la mirada gestáltica no hay juicio frente las emociones; son importantes y sabemos que es necesario trabajar una emoción mal canalizada o reprimida y darse espacio para sentirla. Ver desde dónde se están bloqueando esas emociones es parte de la recuperación del equilibrio, así tomamos consciencia de lo que sentimos para ser consecuentes con nuestra vida desde este mundo emocional.

El plano mental

Todos tenemos un policía dentro, en nuestra mente, y el trabajo en este plano es poder identificar aquellos mandatos sociales y creencias erróneas que arrastramos, para así poder modificarlos. Es importante poder darnos cuenta de que, muchas veces, funcionamos en piloto automático, es decir, como un robot repitiendo los mismos patrones una y otra vez. El trabajo que propone la Gestalt es identificar ese mecanismo de la mente para así poder utilizar todos los recursos sanos. Aprendiendo a no  luchar contra nosotros mismos, sino de vivir en el Aquí y Ahora y tomar consciencia para transitar hacia el cambio.

El plano corporal

La terapia Gestalt propone una mirada especial hacia nuestro plano físico. Nuestro cuerpo tiene memoria y guarda una gran cantidad de información sobre nuestra biografía. Es una gran fuente a la que recurrir para saber qué nos ocurre en el Aquí y Ahora: darnos cuenta de nuestra postura, nuestra respiración, a dónde va dirigida nuestra mirada, cómo es el tono de nuestra voz, nuestro tono energético. Cuando hay trabajo pendiente o sufrimiento nuestro cuerpo puede convertirse en una fuente de dolor y de somatización de nuestras emociones reprimidas o represión de anclas mentales; trae a nuestro presente todo tipo de sensaciones, emociones y pensamientos. Esto puede dificultar seriamente nuestro tránsito por la vida.

La Gestalt nos enseña a llevar la atención a nuestras sensaciones internas; esto nos facilita tomar conciencia de los mensajes que el cuerpo nos da en cada momento, en cada situación. Mediante la terapia Gestalt descubrimos que el cuerpo nos indica aquello que necesitamos y lo que no, qué límites son útiles y cuáles deben ser ampliados. Finalmente, el cuerpo nos da consciencia de existir y nos pone directamente en el presente.

Así pues, nuestro cuerpo es nuestro vehículo por esta vida, y trabajar a través de él es una labor bien grata, ya que nos acompañará hasta el fin de nuestro último suspiro. Aprender a cuidarnos a través de él, trabajarlo mediante el movimiento, aprender a escucharlo, comer bien, descansar e ir liberando corazas nos ayudará en gran parte a tener una mejor salud a todos los niveles.

El plano espiritual

Abrirnos a la percepción de algo más sutil, a un sentimiento interno de que hay algo más grande que nosotros que nos lleva por este camino de aprendizaje, confiar cada vez más en la voz de nuestra Alma: ésta es la Gestalt más transpersonal, que se va abriendo paso frente a nosotros cuando los otros tres centros yacen en equilibrio.

  • La Responsabilidad y la madurez personal

    La responsabilidad se entiende como la capacidad de ir adquiriendo la habilidad de usar las herramientas que tengo para dar respuesta y apoyarme en mi Aquí y Ahora. Uno de los principales objetivos de la Gestalt es conseguir que la persona encuentre su centro vital en sí misma, y por tanto no necesite tanto apoyarse en lo externo para llevar una vida plena. Para ello, el terapeuta le ayudará a enfrentarse a sus recovecos más oscuros, a aquellos episodios de su biografía que provocaron un dolor que quedó enquistado. Este encararse con los propios fantasmas para poder sanarlos y salir de la rueda del sufrimiento está, también, orientado a que la persona recupere su energía y la fuerza propia para que tome responsabilidad sobre su propia vida y sus decisiones. Responsabilizarme de lo que hago, lo que siento, lo que digo, cómo lo digo, dándome cuenta de mi propia máscara y de cómo salgo al mundo, me ayudará a ser la mejor versión de mí mism@, y a ser cada vez mejor persona. La terapia Gestalt humaniza al ser humano, amplificando la consciencia y promoviendo cambios internos, generando emociones más sanas y nuevas estructuras mentales que nos llevan a actitudes más saludables tanto a nivel intrapersonal como interpersonal.

  • Aquí y Ahora

    Vivir anclados en el pasado nos provoca tristeza; en Gestalt lo trabajamos para darnos cuenta de dónde nos mantenemos anclados: recuerdos dolorosos, relaciones no integradas, traumas, emociones reprimidas… lo pendiente del pasado nos produce una gran pérdida de energía en el momento actual. Por ello, es de vital importancia que podamos resolver aquellos asuntos pendientes que perturban nuestra paz interior actual.

    Vivir mirando el futuro nos provoca ansiedad; desde el Aquí y Ahora estamos tomando decisiones para construir nuestro futuro, así que estar plenamente consciente nos hará mejorar nuestra calidad de vida, accediendo a nuevas posibilidades más satisfactorias. Todo sucede en el momento presente; hacernos conscientes de que solo podemos vivir Aquí y Ahora es la base de la filosofía Gestalt.

  • Darse cuenta

    Es uno de los conceptos clave en Gestalt, muy relacionado con el Aquí y Ahora. Se trata de poner consciencia, de observar aquello que está ocurriendo en cualquiera de nuestros planos (mental, emocional o corporal). Se da en tres niveles:

    • Darse cuenta del mundo exterior: Percibir, ponernos en contacto con los objetos y situaciones que están fuera de nosotros en nuestro presente, dándoles un valor (el sabor de un alimento, el sonido de una melodía, el olor de una flor).
    • Darse cuenta del mundo interior: Percibir, ponernos en contacto con nuestro propio cuerpo y los procesos que tienen lugar en él (nuestra respiración, la presión que ejercemos sobre un objeto, el latido de nuestro corazón).
    • Darse cuenta de la fantasía (la Zona Intermedia o ZIM): Percibir, ponernos en contacto con nuestra actividad mental más allá de nuestro presente (recordar el pasado, planificar, anticiparse al futuro). La Gestalt lo relaciona con la fantasía porque, al no poder controlarlo (¿quién puede controlar lo que pasará mañana?) pertenece al terreno de la imaginación, de las suposiciones. Asumir que no podemos controlar todo aquello que no está en nuestro presente, en nuestro Aquí y Ahora, es clave para nuestro Despertar.
  • Responsabilizarse del propio lenguaje

    Nuestro lenguaje crea, en gran medida, nuestra realidad. Es, por ello, muy importante prestar atención a algunos de nuestros “tics” al hablar:

    • Hablar en primera persona: Una de las propuestas de la Gestalt que ayudan en la toma de responsabilidad es el hecho de hablar en primera persona del singular. De este modo me hago cargo de lo que digo y lo recupero como algo propio. (Ejemplo: Cambiar “Nosotros pensamos que podrías cambiar el horario del curso” por “Yo pienso que podrías cambiar el horario del curso”.)
      Usar el “Yo” me ayuda a reapropiarme de lo que proyecto en los otros y a no evadirme de la responsabilidad que tengo en lo sucedido, a la vez que gano fuerza con lo que quiero decir. Para responsabilizarme, primero es necesario darme cuenta d​e lo que me está pasando y de cómo me está pasando.
    • Convertir el lenguaje pasivo en activo: Si cambiamos “Me causas preocupaciones” por “Yo estoy preocupado por ti” nos convertimos en sujetos activos, y, por tanto, podemos responsabilizarnos de aquello que nos pasa, sin buscar culpables sino soluciones.
    • Cambiar “no puedo” por “no quiero”: De nuevo, este cambio de enfoque empodera a la persona, transformándola en alguien capaz de tomar sus propias decisiones.
    • Evitar la palabra “pero” y sustituirla por “y”, que integra: La palabra “pero” es utilizada con mucha frecuencia y no siempre se toma consciencia de que con ella estamos anulando la segunda parte del mensaje, alejando a la otra persona de nosotros, poniendo trabas a la comunicación. El “pero” a menudo es usado, como hábito para entorpecer cualquier intento de comunicación.
      En Gestalt proponemos sustituir el “pero” por el “y”. Observa la diferencia:
      • “Me parece que lo has hecho muy bien, pero creo que puedes dar más de ti.”
      • “Me parece que lo has hecho muy bien, y creo que puedes dar más de ti.”
    • Convertir las preguntas en afirmaciones: Cambiar “¿Puedo decir una cosa?” por “Quiero decir una cosa” nos da la fuerza necesaria para expresarnos desde la asertividad y la auto-confianza.
  • La escucha

    Durante el proceso gestáltico vamos adquiriendo la habilidad de atender a las señales de los diferentes niveles: emocional, corporal, mental y espiritual. A la vez que estos cuatro niveles se alinean, vamos mejorando nuestras relaciones; dar a otros el trato que nos gustaría recibir es una manera de auto-afirmarnos como personas merecedoras de atención y cuidado. Darnos cuenta de cómo manipulamos, juzgamos, justificamos y nos explicamos nos ayudará a tener y mantener relaciones cada vez más verdaderas y auténticas. Tenemos la maravillosa capacidad de abrir nuestro corazón ante el otro (un ser distinto que se muestra ante nosotros, con una vida y una realidad diferente) y de aceptarlo en su totalidad, aprendiendo a ser sinceros y poniendo límites cuando haya que hacerlo, entregándonos a lo que hay.

  • El ciclo de la experiencia

    En Gestalt, el ciclo de necesidades es un enfoque dinámico que ayuda a comprender cómo nace, se desarrolla y se realiza una necesidad, para luego desaparecer de nuestro primer plano. Es considerado como el núcleo básico de la vida humana (que es, en esencia, una sucesión de ciclos). Cuando un ciclo de necesidades no se completa se produce un desequilibrio interno.

    Está compuesto por etapas sucesivas:

    • Sensación: Todo empieza por una sensación. La persona sale del reposo al sentir algo a lo que todavía no puede dar nombre; es una percepción de cambio con el entorno. (Empiezo a sentir seca la garganta.)
    • Toma de Conciencia: La persona identifica esa sensación como una necesidad concreta, y también cómo podría ser satisfecha. (Tengo sed.)
    • Energetización: ¡Ah! ¡Es esto! La persona se llena de la fuerza necesaria para poder satisfacer la necesidad que experimenta. La energetización se manifiesta por un movimiento. (Me muevo, me levanto, voy hacia la cocina a buscar agua.)
    • Acción: Es el momento más importante, cuando por fin puedo satisfacer mi necesidad. (Cojo el vaso y tomo el agua.)
    • Contacto: La persona contacta con la herramienta necesaria para satisfacer su necesidad. (El agua fresca entra por mi garganta y apaga mi sed.)
    • Realización: Es la etapa en la que me doy el placer de saborear, de disfrutar el momento presente. La diferencia entre el contacto y la realización es el paso a lo contemplativo, a lo sagrado. (Bebo a sorbitos saboreando el agua fresca.)
    • Retirada: Mi necesidad está satisfecha; me retiro y descanso. (He terminado de comer; me retiro y descanso, o He terminado el encuentro con un amigo; me retiro y vuelvo a mi centro, a mi yo.)

    El cierre de cada ciclo supone la satisfacción de la persona ante una determinada necesidad, la despedida de este proceso y el comienzo de un nuevo ciclo, en el flujo natural de la vida. Cuando este ciclo se interrumpe por alguna razón, se produce una Gestalt inconclusa. Esto provocará un desperdicio de energía, un estancamiento que impedirá que la persona se sienta plena.

    El objetivo principal de la Gestalt es proporcionar a las personas las herramientas necesarias para que puedan tomar conciencia de aquellas partes de su ser que han quedado bloqueadas por algún motivo. A partir del trabajo sobre las emociones, los pensamientos, el cuerpo y la parte más espiritual, la persona obtiene la habilidad necesaria para responsabilizarse de su propia existencia y de sus decisiones, permitiéndole, desde su Aquí y Ahora, fluir con la vida y ser consciente de su propio ser. Así, día a día, la persona adquiere una capacidad mayor para aprender a vivir, encontrando recursos propios con lo que hay, de una forma más sana y honesta, siendo cada vez más coherente y transparente.

  • Las resistencias

    Las resistencias son fuerzas dinámicas y creativas que me desvían del ciclo vital hacia otra vía más viva para mí en este momento. Imagínate: si tienes ocho años y tu padre te está dando un azote, será mejor para ti quedarte llorando en un rincón que no devolverle los golpes. El problema viene cuando quedan cristalizadas. En el proceso terapéutico trabajamos las resistencias que hemos adquirido y han quedado automatizadas en nosotros, haciéndonos entrar en patrones repetitivos de conducta.

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