¿Estoy educando bien a mis hijos?

Esta semana blanca me he vuelto a preguntar, ¿estoy educando bien a mis hijos?. Me formulo esta pregunta cada cierto tiempo. Pues educar, desde mi punto de vista, es más que enseñar a leer, a escribir e inculcar las buenas normas de conducta.


Para mí, educar es transmitir unos valores, cada día más olvidados en el tiempo; unos pilares que sostengan a nuestros hijos como personas; que aprendan a reconocer y gestionar sus emociones y sentimientos, ayudándoles a expresarlos en vez de ocultarlos, descubriendo cuáles son sus potenciales, dejándolos que cultiven su creatividad a través del juego, la libertad, la imaginación, la iniciativa, la perseverancia…

Y educar, también implica saber poner límites y decir en ocasiones, NO, siempre y cuando lo hagamos desde el amor y el respeto hacia nuestros hijos, acompañándolos en todo el proceso de su desarrollo: su personalidad, su intelecto, su espíritu y su cuerpo.

Para mí, mi trabajo no es sólo una teoría o un método terapéutico, sino, una forma de vida, mediante la cual intento transmitir a mis hijos estos valores. Considero que a los niños, hay que educarlos con grandes dosis de realidad, no escondiéndoles sus propios sentimientos, “si está triste, se está triste” y “si está enfadado, se está enfadado”; también pienso que no hay que darles fácilmente todo lo que pidan (en ocasiones, el niño que todo lo que pide, lo obtiene, puede ser consecuencia, bien que los padres aquello no lo tenían cuando eran pequeños, bien porque los padres son incapaces de poner límites a sus hijos, o bien, para así evitar, una rabieta con pataleta incorporada).

Pero es que el niño que jamás ha sentido la frustración de querer algo y no obtenerlo al instante, no ha percibido necesidades, ni se ha visto obligado a movilizar sus propios recursos interiores para conseguir su objetivo, gestionar su vacío y sentir el deseo de querer algo, pudiendo llegar a la edad adulta con muy poca tolerancia a la frustración y con cierta dependencia del otro.

La realidad de la vida, es que no siempre se consigue aquello que uno desea y muchas son las veces que tenemos que luchar para conseguir nuestros objetivos. Para mí, es importante que mis hijos se sientan amados y respetados por nosotros, que sepan valorar tanto las cosas materiales, como la calidad del tiempo y atención que les dedico; que sepan aceptar un “NO” como respuesta; disfrutando de lo que hacemos en cada instante, de las sencillas cosas que nos ocurren, del valor de la amistad, del respeto hacia el otro….

Y siempre me persiste la idea de: ¿estaré educando bien a mis hijos?, y me digo: “Educar, es un arte cambiante, al que tendré que adaptarme cada día”.

firma Núria Remus

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